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Día del Libro y el rol del docente como mediador de la lectura

  • Viernes 21 de abril de 2023
  • 15:50 hrs

Para la investigadora de Universidad Autónoma de Chile en Talca, Dra. Valeria Arriaza, resulta complejo motivar a otros si no se cuenta con el hábito lector. Cuando la lectura es reducida en los docentes, el banco de libros al cual recurrir para mediar la lectura con los estudiantes, será limitado.

El próximo 23 de abril se conmemora el Día del Libro y, con motivo de esta fecha, se suele preguntar: ¿Cuánto leen las personas? ¿Existe un real gusto por la lectura? Se asocia la lectura a compromisos escolares. Sin embargo, la cultura de leer forma parte del día a día, lo cuestionable es qué se lee. A diario las personas leen noticias, correos electrónicos o mensajes en las redes sociales. No obstante, la lectura extensa no se practica con tanta frecuencia. 

La académica de la carrera Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, Dra. Valeria Arriaza, indicó que la manera cómo se lee depende de factores como el propósito de la lectura. “Si leemos con el objetivo de buscar determinada información dentro de un listado de elementos, la lectura será superficial, no altamente reflexiva. No obstante, si leemos para aprender, e incluso ser evaluados, es esperable que leamos estratégicamente, llevando mayor control del proceso lector, haciendo relaciones entre ideas e incluso entre textos”, expresó.

Según la Encuesta Hábitos y Percepciones Lectoras en Chile de IPSOS del año 2022, la mitad de los chilenos lee libros por gusto y un tercio por obligación. 

Al consultarle a la académica si el sentido de la “obligación” podría ser un factor desmotivador, señaló que la posibilidad de elegir los textos es más motivadora que el que te obliguen a leer un texto determinado. 

EL TRABAJO DEL DOCENTE

A juicio de la académica, los docentes son conscientes de la importancia de la lectura, sin embargo, varían los hábitos y las concepciones. Declaran leer con frecuencia y “por placer”, cuentan con herramientas que les permiten identificarse como mediadores de la lectura, a diferencia de quienes señalan hacerlo con fines más utilitarios y de reproducción de información. 

“Lo complejo de que algunos docentes tengan poco hábito lector es la falta de herramientas para motivar a sus estudiantes. Existe el `efecto Pedro´, entendido como el mandato social que recae en los docentes por promover 

la lectura cuando ellos mismos no manifiestan el hábito. Esto genera dificultades, pues al no tener el hábito tu motivación es menor y, con ello, es más difícil motivar a otro, más si ese otro está iniciándose en la lectura y presenta dificultades en la competencia”, comentó Arriaza, quien advirtió que cuando las lecturas son reducidas en los docentes, el banco de textos al cual recurrirán para mediar la lectura con sus estudiantes también será limitado. 

LOS FUTUROS DOCENTES

Sobre los docentes en formación y sus hábitos lectores, Arriaza, quien es coautora de la investigación “Futuros docentes chilenos y la lectura: una primera mirada de una relación compleja”, del año 2022, señaló que este grupo se declara especialmente motivado por la lectura de textos literarios. Sin embargo, sus percepciones sobre la utilidad de la lectura se focalizan en concebirla como herramienta de acceso al conocimiento, con un fin más utilitario que estético o de disfrute.

Entre los hallazgos de su investigación destacó que los estudiantes de pedagogía declararon que la lectura es importante, así como su rol mediador. Pero su hábito de lectura los hace leer 2,8 libros al año, un número no muy distinto de otros ciudadanos chilenos, según encuestas recientes.

En este sentido, destacó como un desafío en la formación docente de carreras como Educación Básica, Educación Parvularia y Pedagogía en Lengua Castellana, “incluir asignaturas como literatura infantil y juvenil, además de fomento lector”, puesto que se ha observado que el dominio de títulos de las edades de infancia y adolescencia a veces es reducido en los docentes. 

“También, en las prácticas escolares de los profesores, sería positivo ampliar las lecturas evaluadas de forma sumativa a otros géneros como la lírica, la biografía, por sobre la recurrencia de la narración”, añadió.

La académica destacó la preferencia de los futuros docentes por “best sellers”, así como otras prácticas vernáculas como la lectura de mangas o “fanfiction”.  A pesar de que algunos puedan ver esto como un punto crítico por alejarse de lo impuesto, también puede ser una oportunidad para acercarse a los gustos juveniles. En este reto por incrementar las competencias lectoras, los programas universitarios tienen como desafío mirar estas lecturas y analizar cómo pueden ser un paso en el andamiaje de la comprensión “in crescendo” de diversos géneros, refirió.